martes, 11 de febrero de 2014

En bici por la desembocadura del Guadalete

Hoy se cumplen dos años de la apertura de este blog, y son ya cuarenta y siete entradas con esta, en la que hemos conocido rincones y tradiciones, y espero seguir haciéndolo de vuestra mano. Y como regalo, os traigo una serie fotográfica que tenía colgada desde verano de 2011. Se trata de un "paseo" (entre comillas porque fueron 60 km por carriles de tierra) en bici por las marismas y salinas de la desembocadura del Guadalete, un triángulo entre El Puerto de Santa María, Puerto Real y la barriada del Portal, en Jerez, por su parte más alta, y dentro del parque natural de la Bahía de Cádiz. En él, podremos ver marismas, las tradicionales salinas aún activas, pinares, el Guadalete y el río San Pedro, que posiblemente fuese muy antiguamente el antiguo cauce del Guadalete. Espero que os guste, y seguir por lo menos otro año más recorriendo Andalucía, España y la Humanidad, como diría el himno de Andalucía.

Montañas de sal en la salina de la Tapa
Esteros de la salina de la Tapa
Carretera A-4, al fondo Puerto Real
Marismas
Flamencos, y al fondo el polígono industrial Las Salinas, en El Puerto
Antiguas fronteras
Flamencos echando a volar, con el antiguo Penal del Puerto (antiguo Monasterio de la Victoria)
Flamencos
Y más flamencos...
En bici por las marismas
Puente de madera sobre el río San Pedro
Puente sobre el río San Pedro
Debajo del puente sobre el río San Pedro














Río San Pedro (aunque podríamos llamarlo Ría San Pedro)
Parada de vuelta a Jerez en el antiguo embarcadero del Rancho la Bola, a orillas del Guadalete

domingo, 9 de febrero de 2014

Turín, la ciudad de los Saboya (III) - Dal cielo all'inferno

Hoy continuamos con nuestro paseo por Turín, después de conocer la historia de la Síndone (la cual en un principio también formaba parte de esta tercera entrega), adentrándonos en otros lugares… “místicos” podríamos decir. Y que es la actualización de hoy trata de un santo, una imagen milagrosa y uno de los pocos monumentos del mundo dedicados a Lucifer.

 San Juan Bosco

 

Escultura a Don Bosco y Basílica de María Auxiliadora
Juan Melchor Bosco Occhiena (en italiano Giovanni Melchiorre Bosco), más conocido como Don Bosco, es sin duda uno de los personajes más relevantes en la historia de Turín. Nacido en 1815 en I Becchi, una aldea de Castelnuovo no muy lejos de la capital del Piamonte, tuvo una infancia complicada. Uno de tres hermanos, su padre murió de neumonía cuando el sólo tenía dos años. Su madre Margarita los crió en un ambiente campesino muy empobrecido tras las invasiones napoleónicas. Tuvo que trabajar para ayudar a mantener la familia y según cuenta en su libro "Sueños de Don Bosco", su vocación comenzó cuando se le apareció Jesús y su Madre. A partir de entonces decide hacerse sacerdote. 

En 1841 es ordenado y llega a la capital del reino, Turín, donde una floreciente primera industria provoca la llegada de un gran número de jóvenes con empleos muy precarios y un alto grado delincuencia. A finales de ese año acoge a Bartolomé Garelli, un chico de la calle. A los tres días tiene a nueve, tres meses más tarde a veinticinco, y en verano de 1842 son más de ochenta, habiendo fundado ya el oratorio de San Francisco de Sales. Algunos de estos jóvenes, siguiendo sus pasos, se unen a su labor docente por lo que en 1854 crea la orden de los Salesianos y más tarde, junto a María Mazzarello, la Comunidad de las Hijas de María Auxiliadora. Así pues, su obra se extendió rápidamente por Italia, Francia, España, Portugal y Latinoamérica. Vivió el Resurgimiento Italiano y fue estrecho colaborador del Papa Pío Nono. Muere en 1888 en Turín, fue canonizado en 1934 y tiene el título de Doctor de la Iglesia.

Cúpula de la Basílica de María Auxiliadora
Entre 1864 y 1868, en el margen norte de la calle Reina Margarita, construye con ayuda de los muchachos del Oratorio y de la población de Turín el Santuario de María Auxiliadora, de estilo neoclásico y epicentro de la familia salesiana, que fue elevada a Basílica Menor en 1911.

La Consolata

 

Torre medieval de la Consolata
 Muy cerca del Santuario de María Auxiliadora, se levanta  el que sin duda es uno de los lugares más curiosos de Turín, de gran devoción aunque quizás ausente de de las grandes rutas turísticas: el Santuario de la Consolata. Junto a las antiguas murallas romanas, en el siglo V, el obispo Maximus erigió (probablemente sobre los restos de un antiguo templo pagano), una pequeña iglesia dedicada a San Andrés Apóstol, con una capilla dedicada a la Virgen, en el que se colocó una imagen de la Virgen María. 

Fachada neoclásica de la Consolata
Más de mil años más tarde, fue construida una nueva iglesia en estilo románico con tres naves y siendo sede de una abadía. La gran devoción que une a la ciudad con este santuario se origina a partir de una pintura de la Virgen, de la que todavía se conserva una copia póstuma en la cripta del santuario. La historia cuenta que el icono durante las diversas alteraciones de la iglesia se había perdido. Pero según se dice, un hombre ciego llegó a Turín en peregrinación afirmando haber recibido en sueños mensajes de la Virgen, con indicaciones precisas de dónde buscar la sagrada imagen. Tras el hallazgo de la pintura, el hombre recobró la vista y como resultado de este hecho milagroso, la iglesia fue restaurada, elevada al rango de Basílica menor y siendo el icono solemnemente colocado en el interior. La actual imagen que se venera en el templo, no es la original, pues es una obra de finales del siglo XV que se atribuye a Antoniazzo Romano y está inspirada en la Madonna del Popolo de Roma.

Altar de la cripta de la Consolata
Altar Mayor de la Consolata
























En 1448, la Orden Benedictina encargó una mayor expansión del templo, a esta orden perteneció la basílica durante más de dos siglos, hasta que fue transferida a la Orden de los Cistercienses en 1589. La basílica se convirtió en la pieza central de la fe y la religión en Turín durante los duros días del asedio franco-español. La ciudad se encomendó a la Virgen de la Consolación para su propia salvación y se realizaron ofrendas votivas. Su posición geográfica, tan cerca de los muros de la ciudad, hizo al santuario vulnerable a los fuertes bombardeos del Asedio de Turín de 1706, pero, a pesar de esto, el templo se salvó de la destrucción. Tras este evento, la Virgen de la Consolata fue proclamada "Patrona de Turín" conjuntamente con San Juan Bautista.

Más tarde, el decreto napoleónico de 1802 impuso la supresión de las órdenes religiosas y los monjes de la Orden Cisterciense se vieron obligados a abandonar el santuario, y por un corto período de tiempo, el templo fue convertido en cuartel. En 1815, el santuario una vez más se convirtió en un lugar sagrado y su regencia fue confiada a Orden de los Oblatos de la Virgen María.

Galones militares como exvotos
Iconos de las gracias concedidas
De la época medieval permanecen el campanario y probablemente la cripta de la Virgen de las Gracias. A Guarino Guarini se le debe el radical proyecto de ampliación de 1678 y a Felipe Juvarra la unión de un presbiterio oval  en 1729. La fachada neoclásica es de 1860. El espacio interno está configurado para exaltar el suntuoso altar mayor, encima del cual hay dos ángeles adorando en mármol blanco de Carlo Antonio Tantardini y la imagen milagrosa de la Consolata. Las paredes del templo están repletas de antiguos exvotos, sobretodo galones militares e iconos de las gracias concedidas.

 El Ángel Caído

 

Escultura del Ángel Caído
Muy cerca de ambas iglesias, en la Piazza Statuto, se levanta el monumento a la Construcción del Traforo de Frejus. El Traforo de Frejus es un túnel de ferrocarril que une Bardonecchia (muy cerca de Turín, donde se encontraban buena parte de las instalaciones de los JJOO de Invierno de 2006) con la localidad francesa de Modane, a través de 13 kilómetros bajo los Alpes, y que fue abierto al tráfico en 1871.

El monumento fue diseñado por Marcello Conte Panissera de Veglio y fue inaugurado en 1879, consta en una pirámide hecha con grandes rocas procedentes de la excavación del túnel, la pirámide está coronada por un genio alado que en realidad es una representación de Lucifer, pues lleva un lucero en la frente, a lo largo de la pirámide se encuentran las figuras de mármol de los titanes muertos. En la base de la pirámide hay una fuente que contiene peces y otros animales acuáticos.

Todo esto es una alegoría del triunfo de la razón sobre la fuerza bruta, en el espíritu positivista de la época en que se hizo. Sin embargo, en la tradición popular este significado original se superpone por otro: el monumento conmemora el sufrimiento de los mineros de la época que llevaron a cabo la obra. Además, diversas corrientes esotéricas lo relacionan con los Triángulos del Bien y del Mal, así como con las Puertas del Infierno. Se considera a esta fuente como uno de los pocos monumentos que existen dedicados al Ángel caído, junto a la Fuente del Ángel Caído (Madrid), la estatua que representa a Lucifer en el Rockefeller Center de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos) y a la cara del diablo El poder Brutal de Quito (Ecuador). Todo ello hace de Turín una de las capitales mundiales del ocultismo.

Piazza Statuto y monumento al Traforo de Frejus

Bibliografía:
www.biografiasyvidas.com
www.comune.torino.it
wikipedia.org