domingo, 12 de enero de 2014

Turín, la ciudad de los Saboya (I) - Un po 'di storia

- Serie dedicada a los amigos con los que compartí aquella fantástica semana -

Palazzo Reale desde piazza Castello

Tras un parón excesivamente largo, he de reconocerlo, vuelvo al blog para intentar retomarlo con las mismas fuerzas que antaño, y nada mejor que con una serie que creo que os va a gustar mucho, ya que nos vamos al norte de Italia, en su zona más occidental, donde nos espera el Piamonte: una región que se extiende por las faldas de los Alpes, llegando hasta la costa del mar de Ligure, en el Mediterráneo, todo ello bañado por las aguas más altas del río Po. Precisamente, en sus orillas, se levanta la noble y señorial ciudad de Torino (Turín en español), la cual conoceremos a pie de calle en próximas entradas. Pero antes, conozcamos un poco de su interesante historia: 

Palazzo Madama, en piazza Castello
Todo comienza en el siglo III antes de Cristo, cuando a orillas del río Po se establecieron las primeras tribus taurinas y salasias, que descendían de la fusión de estirpes celto-ligures con poblaciones galas que habían cruzado los Alpes en busca de llanuras cultivables. Durante el período de la expansión romana, en la Italia del norte tuvieron lugar guerras, reconciliaciones y alianzas con Roma, hasta la fundación por Julio César de un puesto militar propiamente dicho. Convertida en guarnición de frontera y campamento, la ciudad tomó el nombre de Augusta Taurinorum.

Puerta principal de los Alpes occidentales, a la caída del Imperio Romano, Turín estuvo sometida a los godos, a los lombardos y a los francos, los cuales establecieron en esta región un condado en el siglo VII. Siguió un largo período, durante el cual, la familia de los Saboya participaron en un complejo juego de fuerzas entre el Imperio Carolingio, los obispos, los señores feudales y los organismos del naciente ayuntamiento, con una alternación continua de luchas y alianzas, hasta que el emperador Federico II (del Sacro Imperio Germánico, resultado de la división del susodicho Imperio Carolingio, en este y en el reino de Francia) cedió Turín a los Saboya en 1280.

Iglesia de la Gran Madre di Dio, a orillas del Po
Con la unificación administrativa y política de todas sus provincias por Amadeo VI, a comienzos del siglo XV, los Saboya le asignaron a Turín el papel de capital y consiguieron contener los deseos expansionistas de los Visconti, señores de Milán. El condado de Saboya fue elevado a Ducado en el año 1416. En 1536 el emperador Francisco I sometió la región al dominio francés siendo reintegrada 30 años más tarde a las provincias saboyanas por el duque Manuel Filiberto, quien trasladó allí la capital del ducado desde Chambéry, con  el pretexto de acortar el recorrido del cardenal Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, que quería orar frente al Manto Sagrado (es decir, la Sábana Santa o Síndone en italiano).

Los franceses, no obstante, ocuparon el Piamonte en el año 1631. Para el año 1706 los Saboya, con ayuda austríaca, recuperaron la independencia, lo que les permitió aumentar sus territorios y comprar Sicilia, que más tarde cambiaron por Cerdeña tras el tratado del Utrecht, que puso fin a la Guerra de Sucesión Española y pasar Sicilia a manos de los austríacos. En 1720, el duque de Saboya se convirtió en rey de Cerdeña, fundando lo que con el tiempo evolucionó hasta convertirse en el Reino de Cerdeña-Piamonte e incrementando la importancia de Turín como una capital europea.

Via Po
En 1620 Carlos Manuel I autorizó la primera ampliación de Turín, que conllevó el desarrollo del modelo de ciudad ordenada que conocemos hoy en día, con calles y grandes avenidas alineadas. Fue éste el período más fecundo en la historia de Turín: un largo periodo de arte y cultura que abarca dos siglos enteros. Entre el siglo XVII y el XVIII la ciudad asume la fisonomía de una capital rigurosa y austera, en la cual el lujo y la pompa se manifiestan sólo en la decoración del interior de los edificios de gobierno y los palacios de la nobleza. Dos ampliaciones más tuvieron lugar en 1673 y 1674, con el objetivo de hacer coincidir la estructura romana con la definición de la capital barroca del estado saboyano.

En 1796 se crea la República de Alba, como una república cliente de Francia en el Piamonte, lo que hizo que el rey Carlos Manuel IV tuviera que refugiarse, dos años después, en Cerdeña, donde estuvo hasta 1814. La zona fue absorbida por Francia en 1801, y en junio de 1802 se estableció una nueva república cliente, la República Subalpina, y en septiembre fue nuevamente anexionada. Con el dominio francés empezó, en los primeros años del siglo XIX, el desmantelamiento de la muralla fortificada.

En el congreso de Viena (por el cual se restablecieron las fronteras de Europa tras la caída de Napoleón), el Reino de Cerdeña-Piamonte fue restaurado, y más aún, recibió la República de Génova para fortalecerla contra Francia.

La Mole Antonelliana desde el monte dei Capuccini
Piamonte, con Turín a la cabeza, fue un trampolín inicial para la unificación italiana en el periodo de 1859 a 1861, después de unas guerras poco exitosas contra el Imperio austriaco en 1820-1821 y 1848-1849. En el año 1860 el Piamonte participó en las Guerras de Independencia contra Austria consiguiendo constituir un Reino de Italia. El reino de Piamonte-Cerdeña fue el que lideró la reunificación italiana, y su monarca, Víctor Manuel II, se convirtió en el primer rey de Italia en el año 1861. La capital del nuevo estado fue Turín durante el periodo de 1861 a 1865. Sin embargo, la adición de territorio paradójicamente redujo la importancia del Piamonte en el reino, y la capital se trasladó a Florencia primero y a Roma después. Un reconocimiento que queda del papel histórico del Piamonte fue que el príncipe heredero de Italia era conocido con el título de Príncipe del Piamonte.

Desde entonces, Turín empieza a demostrar su creciente vocación industrial. A comienzos del siglo XX  (una época histórica que representa una decidida recuperación, especialmente tras la pérdida de la primacía política de la capital) el desarrollo será tumultuoso, con el nacimiento de la gran industria (como la automovilística, siendo la sede de FIAT) y la consiguiente inmigración desde el sur del país. Sin embargo, gracias a su centro histórico, donde el trazado de las calles, las estructuras arquitectónicas y la sucesión de pórticos dan espacio, forma y vida a plazas armoniosas y acogedoras, la ciudad conserva una estampa de aristocracia antigua.
El puente Umberto I sobre el río Po


 Bibliografía: 
www.comune.torino.it 
wikipedia.es 






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