Rosa en el Jardín Nuevo del Generalife. |
Por fin, tras una larga espera para sacar las entradas, y que aquí en el blog se ha hecho eterna (algo así como todo un verano) entramos en la Alhambra. Empecemos por el Generalife, al que entramos pasando junto al teatro homónimo, en el que se celebra anualmente desde hace 60 años el Festival Internacional de Música y Danza de Granada.
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Jardín Nuevo del Generalife |
La denominación de Generalife ha recibido diversas
interpretaciones a lo largo de su historia, desde “Jardín” o “Huerta del
Zambrero”, “el más elevado de los jardines” o “casa de artificio y recreo”,
hasta “Mansión de placer o recreación grande” y “Jardín del citarista”, siendo
hoy comúnmente aceptado la de Jardín o Jardines del Alarife, es decir, del
constructor o arquitecto.
Tras la conquista en 1492, los Reyes Católicos concedieron la
finca a un alcaide para su custodia y aprovechamiento. Dicha alcaidía pasó a
perpetuidad, a partir de 1631 a la familia Granada-Venegas, hasta que, después
de un largo pleito iniciado en el siglo XIX, se incorporó al Estado en 1921.
El Generalife, construido entre los siglos XII y XIV, es el
palacio utilizado por los reyes musulmanes como lugar de descanso. Fue
concebido como villa rural, donde jardines ornamentales, huertos, patios y
edificaciones se integran en las cercanías de la Alhambra.
La entrada al edificio del Generalife presenta una curiosa
dualidad. De un lado, su apariencia externa tiene un indudable carácter rural
que lo asemeja más a un cortijo que a un recinto palaciego; de otro, el acceso
mediante la sucesión de dos patios a distinto nivel, como pasos previos al
espacio palaciego, lo emparenta de forma clara con el acceso al propio palacio
de la Alhambra.
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Jardín Nuevo del Generalife |
Tras él, nos adentramos en los Jardines Nuevos, que se creó
a raíz de la adquisición del Generalife por el Estado en 1921, en el lugar que
antiguamente ocupaban varias huertas, y se divide en tres partes. En 1931 se
realizó el tramo más cercano al edificio, al estilo jardín-laberinto, con
arquerías de rosaledas y cipreses; en 1951 se prolongó bajo la dirección del
arquitecto Prieto Moreno, con una interpretación de jardín musulmán, en el que
no faltan los cipreses y las acequias; por último se creó el susodicho teatro.
Acequia en el Jardín Nuevo |
Entrada al Palacio del Generalife |
Tras cruzar el jardín nuevo, llegamos al Palacio del
Generalife, al que accedemos a través de un conjunto de patios. El primero de
ellos es el llamado Patio del Descabalgamiento por presentar bancos para
apearse de las monturas, en el que también desemboca el camino medieval que
daba acceso al recinto. El segundo, que se sitúa a un nivel más elevado,
originariamente se encontraba rodeado por galerías con arcos en todos sus
frentes menos el central, por el que se sube al interior del palacio.
La entrada al palacio propiamente dicha, se realiza a través
de una portadita con elementos de mármol y dintel alicatado. Una escalera nos
introduce en el espacio doméstico, distribuido por el patio de la Acequia y
dominado por el Pabellón Norte. Éste se abre con la habitual galería porticada,
con cinco arcos y alcobas en los extremos, dando paso a la Sala Regia y al
mirador de Ismail I.
Del patio de la Acequia cabe comentar que los universalmente conocidos surtidores cruzados, en los que
se han inspirado tantas fuentes de todo el mundo, fueron sin embargo instalados
en el siglo XIX. Si bien, a un nivel inferior, la excavación arqueológica de
1958, ha permitido conocer su estado primitivo donde se han encontrado doce
caños. Tambier decir que la galería de poniente se abrió ya en época cristiana, y que anteriormente estaba formado por una alta tapia y un mirador.
Patio de la Acequia y de fondo el pabellón Norte |
En la Sala Regia cobran protagonismo las yeserías, las tacas
y los preciosos capiteles de mocárabes. Asimismo, la distribución interior de
la sala responde al esquema usual, con alcobas laterales enmarcadas por arcos.
Es muy destacable la cornisa volada de mocárabes por debajo de la armadura del
techo.
Mirador de la Galería de Poniente |
Vistas desde el mirador de Ismail I |
Desde el patio de la Acequia, a través de la galería de poniente y del Pabellón Norte, podemos ver el Jardín bajo del Generalife, ya presente en el siglo XVI, amén de unas preciosas vistas de la Alhambra, el Albaicín y Granada.
Vistas desde el interior de la Sala Regia |
Patio de la Acequia desde el Pabellón Norte |
Atravesando la alcoba lateral de la Sala Regia se asciende,
al nivel de un corredor abierto, al denominado Patio del Ciprés de la Sultana. La
edificación porticada data de 1584, frente a la que se desarrolla un intimista
patio ajardinado de gusto barroco. Originalmente todo el espacio estaba ocupado
por el baño del Palacio, del que no ha quedado aparentemente nada.
Patio del Ciprés de la Sultana |
En el centro se encuentra una alberca con dibujo en planta en
forma de «U», en cuyo centro se dispuso, en el siglo XIX, otra mas pequeña de
la que sobresale una fuentecilla de piedra. Todo el conjunto está rodeado de
surtidores que lanzan agua consiguiendo un ambiente de frescor que ya en 1526
impresionó vivamente al Embajador de la República de Venecia Andrea Navaggiero
en su visita al Generalife.
Desde el este patio se puede acceder al Jardín Alto del Generalife, a través de la escalera de los Leones, llamada así por las
dos figuritas de loza vidriada que coronan el portón, todo ello del siglo XIX. Estos
jardines, distribuidos en diferentes paratas, completan el área palaciega del
Generalife al que sirven de cobertura en su parte más elevada, disponiendo por
ello de una orientación y de una de las vistas más destacadas de la finca.
Pequeñas fuentes con surtidores entre los parterres cercados,
algunos bellísimos ejemplares de magnolios, arbustos olorosos y una cuidada
alternancia de ejemplares arbóreos de hoja perenne y caduca, hacen de estos jardines
abrigados de los fríos vientos del Norte, un pequeño y romántico jardín
botánico, digno de la mejor tradición humanista europea.
Detalle de los pasamanos de la Escalera del Agua |
Para acceder a la zona más elevada del Generalife se
encuentra la Escalera del Agua, subsistente del primitivo recinto, aunque muy
modificada, famosa por el agua de la acequia del Sultán deslizándose por los
canales de sus muros.A intervalos de tres descansos, en cuyos ejes se sitúan pilas
circulares de las que, en su origen, partía un canalillo, hoy perdido; pero
sobre los parapetos que bordean la escaleras sí corren canales hechos con tejas
invertidas, por los que baja el agua de la Acequia Real permanentemente.
Al final de la escalera del Agua se alcanza la cota más alta
del Generalife. De ahí que, como observatorio privilegiado, el administrador de
la finca, don Jaime Traverso, construyera en 1836 un Mirador Romántico en
estilo neogótico, muy a tono con la época, y verdadero contrapunto con el resto
y tal vez con los posibles vestigios de que en ese punto existiera, según
apuntan algunos autores, un oratorio musulmán.
Por último, abandonamos el Generalife por el Paseo de las Adelfas, cubierto todo él por una bobeda formada por estas plantas, y el Paseo de los Cipreses, ambos del siglo XIX, que nos permiten volver a contemplar unas maravillosas vistas de la Alhambra, nuestro próximo destino.
Paseo de los Cipreses |
Fuente: http://www.alhambra-patronato.es
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